La Ciudad de México flexionó sus músculos ocultos. Ese fatídico día martes lo cambió todo para muchos. Cuando parece que la sociedad se está desmoronando en fragmentos de hormigón, está el espíritu de una ciudad inexpugnable, emergiendo como la vida de debajo de los escombros.
Han pasado 32 años desde el devastador terremoto de 1985. A las 11:00 horas sonó una sirena para dar inicio a los ejercicios en memoria de los difuntos.todo esta bien. Doce días antes, el sismo causó daños en los estados de Oaxaca y Chiapas, también sacudió la ciudad, pero no causó daños, según la Agencia Sismológica Nacional, aunque fue el sismo más fuerte de la historia, un nivel de 8.2 en el Escala de Richter.
La idea de un nuevo terremoto en el aniversario del mayor desastre natural en la historia de nuestro país parece un chiste de muy mal gusto. Pero pasó y empezó a las 13:14.“Parecía interesante”, nos dijo una vecina afectada cuando vio una entrevista en la televisión con una mujer que sobrevivió a la conmoción en el hogar de 1985. No solo eso, el sismo causó tantos daños que varias comunidades de la CDMX fueron declaradas zonas de desastre, aunque no fue suficiente para romper el espíritu de una de las ciudades más grandes del mundo.
Antes de que se conociera la noticia, vecinos de 16 delegaciones se apresuraron a acudir a la zona del desastre. Son los primeros en llegar y denunciar en las redes sociales. En todas partes los protagonistas reaccionan a los pocos minutos: ayudan a mover los escombros de Tlalpan. Brindan albergue a las víctimas de Portales. En la Linda Vista ponen la mesa para recoger la comida. Usan sus narices de perro para encontrar sobrevivientes del colapso. Durante un sismo de 7,1 grados, lucharon con una guadaña, que cobró la vida de casi 200 vecinos de nuestra ciudad.
Foto: Alejandra Carbajal.
Las redes sociales han demostrado ser las mejores aliadas para difundir la urgencia, la atención precisa y las necesidades que surgen con el tiempo. Gracias a la noticia que se difundió en segundos, pudimos conocer que en Roma se necesitan dos manos para sostener la medicina, o que se necesita llegar a Del Valle con casco, botas, guantes y pala. Cada publicación, tuit, foto o video bien intencionado ayuda a comprender a los héroes que hicieron todo lo posible para evitar que esta ciudad se derrumbara.
Por ejemplo, un grupo de jóvenes se reunió en la acera del Parc de España, pero no acudieron a la Plaza de la Condesa para el concierto. El Jardín Pushkin estaba abarrotado, pero no para Alicia. La gente también se reúne en la Glorieta de Cibeles, pero no buscan un bar para beber. El lema del día era salir a la calle y descubrir cómo se puede ser útil.
Esta tragedia trasciende aficiones, industrias, opiniones y cualquier diferencia que pueda existir entre los vecinos. Con el paso de los minutos, los vecinos incluso subieron al escenario con iniciativas para dar respuesta a las necesidades actuales, aunque la falta de electricidad en algunas zonas les obliga a movilizarse a oscuras.
Cada uno aporta sus habilidades y conocimientos que posee. Algunas organizaciones están trabajando para confirmar la información y disipar los rumores actuales, mientras que otras evalúan grietas en las instalaciones afectadas. Mientras que otros pidieron ayuda para encontrar vivienda temporal para quienes perdieron sus hogares. Toda la asistencia de la sociedad civil es sincronizada, automatizada y desinteresada, y todo esto es a este nivel. Un reflejo amoroso de los demás, incluso cuando están a cuatro patas o en silla de ruedas.
Los mexicanos continuaron rescatando a la mayor cantidad de personas posible. Siguen sacando la basura. Los centros de acopio son los encargados de recolectar los alimentos para que puedan ser distribuidos a las zonas afectadas por el desastre. La ayuda es tan grande que se han enviado alimentos, agua y suministros médicos a Morelos, Puebla, los estados mexicanos de Oaxaca y Chiapas, que también sufrieron una terrible destrucción.
Las lecciones son más claras que nunca. La tragedia nos enseña todo tipo de lecciones sobre cómo actuar, y especialmente sobre lo que podemos lograr si trabajamos juntos. Estamos frente a un momento histórico, dependiendo de si podemos seguir actuando como una simple llamada de atención o como una sorpresa, trabajando juntos, comunidad y gobierno, y creando un legado en la ciudad que estamos orgullosos de heredar. Los días pasaban así. Observamos héroes anónimos cuyos uniformes nunca olvidaremos: chalecos fosforescentes, cascos y palas en la mano.
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